jueves, 9 de julio de 2020

Reflexiones sobre el currículo (IV)

En mi anterior entrada a este blog, hace ya casi un mes, comentaba y proponía la supresión de las etapas y de la incorporación al sistema educativo basándose en la edad del alumnado. 

Por supuesto, he recibido abundantes comentarios sobre lo difícil que sería, pero ningún docente me ha dicho que fuera imposible. Es curioso, ¿verdad? Y recalco lo de DOCENTE, porque seguro que si algún político me hubiera contestado o comentado la entrada, directamente me hubiera dicho que hay muchas trabas legales, que habría que reformar muchas de las cosas y de los centros, que,.... en definitiva, que no estarían por la labor.  Por supuesto, el que en estos momentos está escribiendo estas palabras respeta el pensamiento de "si esto medio funciona bien, para qué vamos a menearlo, no merece la pena."

Pero, es que no es así, Esto NO funciona (y aquí pediría que se me respetara mi punto de vista por aquellas personas que piensan de forma distinta).  

Yo no puedo entender una educación donde se segrega al alumnado y se agrupa por criterios que nada tienen que ver con su potencial, con sus capacidades o con sus necesidades. 

Algunas personas, al leer la frase anterior dirán que estoy en un error, que no se segregan y que sí se tienen en cuenta sus necesidades: "Por eso se hacen Adaptaciones curriculares, se saca al alumnado a la clase de PT o de AL, se hace un extenso informe para que el alumno o alumna durante algunas horas (entiéndase, por ejemplo las horas de matemáticas, abandone su grupo de clase y "este alumno, como es de Altas capacidades, en lugar de matemáticas de cuarto, vamos a pasarlo al grupo de quinto". 

¿De verdad estamos así respetando al alumnado? ¿"Sacándolo" de una clase para llevarlo a otra?

Pienso que no. Eso no es respetar.

Podría parecer que me estoy contradiciendo con la idea expuesta de no querer grupos formados y permanentes en su composición, con lo que habría expuesto de no etiquetar al alumnado en grupos según la edad, que es la norma en estos momentos. No, no existe contradicción.  Si el pensamiento es el respeto a cada uno, sus necesidades, sus intereses, sus capacidades,.... no podemos agrupar por otros criterios que no sean precisamente esos.  Y si no podemos hacerlo, porque la norma actualmente nos lo impide (a no ser que movamos Roma con Santiago y nos den autorización para hacer grupos flexibles pedagógicos aunque al final tengamos que "clasificarlos" en 4ºA o en 5ºC) la solución no está en mover al alumnado, sino en realizar actividades que desarrollen todas las posibles capacidades tan variadas que tengamos en clase.

Ya en una entrada anterior, hace mucho tiempo, decía que no hay alumnado con necesidades educativas especiales,  sino que lo que nos encontramos en clase son alumnos y alumnas con necesidades educativas personales, porque cada persona es un mundo, y ahora, tras el confinamiento hemos podido observar alumnos que no han tenido problemas emocionales ni de aprendizaje, y otros que emocionalmente se han derrumbado y que más que explicarles un problema lo que hacía falta era darle un buen abrazo "virtual" en este caso, pero abrazo al fin y al cabo.

Eso es también lo que pasa en clase. Cada persona necesita algo diferente, y hablo tanto de alumnado, como de profesorado o de la propia familia nuestra.

El objetivo de estas entradas no es tanto la crítica al sistema, que también, sino la propuesta de posibles soluciones utópicas (yo lo tengo claro, ningún gobierno va a tomar en consideración estas palabras).

Pues bien: ni etapas, ni cursos. Ni distribución por la edad, ni por cualquier otro motivo que no sea la consideración del desarrollo de las capacidades y la personalización en la temporalización de ese desarrollo. 

Hay que establecer un currículo, de acuerdo. Pero si pregunto cuál es la finalidad de la educación, también puedo preguntar cuál es la finalidad del currículo.  ¿No es la concreción de cómo desarrollar aquellas capacidades y cuáles serían, para que una persona pueda afrontar de una manera exitosa cualquier reto que le aparezca durante su vida? ¿Y no tendría que basarse ese currículo en unos cimientos que no son precisamente los contenidos, sino la capacidad de seguir aprendiendo durante toda la vida?

El currículo, y por lo tanto, el diseño del desarrollo de las capacidades no lo deberían hacer pedagogos, psicólogos (con todos mis respetos)o políticos interesados en incluir tal o cual materia,  sino docentes que conozcan cómo el alumnado va desarrollando todo su potencial.  Un psicólogo se centraría mucho en los distintos aspectos psicológicos, a los que les daría mucha importancia. El pedagogo a los aspectos pedagógicos, pero es el docente, el que cada día se reúne con su alumnado el que unifica los aspectos psicológicos, pedagógicos, emocionales, curriculares,... 

Ahora vendría la gran pregunta.  ¿Qué entra en el currículo, en ese currículo tan abierto y tan flexible que estoy proponiendo?

Pues contesto a la gallega: ¿Qué hace le hace falta a un alumno o alumna para desarrollarse como persona en esta sociedad tan cambiante? 

Por supuesto, el currículo NO es la fijación de unos contenidos per sé. No es "hay que saber hacer raíces cuadradas", "hay que saber distinguir los complementos del verbo"...  No es eso.

Si pensamos en un currículo realmente competencial y abierto tenemos que pensar en definir unas capacidades finales, y establecer una etapas de consecución, pero no como hasta ahora, con repeticiones cada año en cada curso de las mismas cosas añadiendo un poco más para aprenderse. No se trata de que a uno le gusten las matemáticas y que piense que hay que dar muchas, o que le guste la música o la literatura. No debería haber "islas de especialidades" hasta no conseguir una etapa donde esas especialidades "sirvan" caso del actual bachillerato y prueba de la universidad (de lo que también tendríamos que hablar largo y tendido). ¿De verdad que un alumno en la etapa "obligatoria" hasta cuarto de ESO hace falta que tenga 15 asignaturas con 15 profes? En todo caso, el profesorado especialista debe incorporarse a esos grupos abiertos y flexibles y continuar con los proyectos o trabajos que se estén realizando aportando su "saber". Si yo no conozco cómo se dice sangre en inglés, y tengo a un "especialista" que lo sabe, pues se lo pregunto y lo incorporo a mi trabajo y resuelvo la duda del alumno o alumna, y así de camino también aprendo yo.

Una vez definidas esas capacidades finales, y los "grados de consecución", bastaría con que el alumnado fuese pasando por dichos grados sin necesidad de estar en un curso determinado, repetir curso por no saber, aburrirse porque eso ya lo ha conseguido, o pasar de curso tras un dictamen de altas capacidades.

Se trata de un currículo interdisciplinar, sin áreas ni materias, sin cortes de horarios de clase de una hora o de cuarenta y cinco minutos. Se trata de desarrollar, investigar, compartir,... 

¿Hacen falta contenidos? Sí, claro.
¿Hacen falta criterios de evaluación? Sí, claro.

Hacen falta criterios de calificación?   Por supuesto que no. NO.

Como estamos siguiendo un poco el orden de la normativa, y el currículo queda fijado en otra orden específica, os emplazo (si os apetece) a la quinta entrada, en la que hablaremos de " La metodología y el trabajo competencial" así como de "La evaluación del alumnado, del currículo y del proceso".

Un saludo








3 comentarios:

  1. CURRÍCULO INTERDISCIPLINAR, sin áreas ni materias...
    Maravilloso: es el sueño y la utopía de mis 43 años de servicio como maestra de Infantil y Primaria.
    Bravo por la defensa desarrollada.

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  2. Me encanta la forma en la que hablas Enrique. Toda una vida estudiando para pasar de curso, aprendizaje memorístico a flor de piel, "mami preguntame está hoja que ya me la sé de memoria" memoria a corto plazo y aquí me encuentro, con 30 años estudiando las oposiciones de AL tratando de romper con esos patrones adquiridos de memorización. Está claro que hay que cambiar el método y da mucha impotencia cuando cada vez somos más los maestros que pensamos igual y no se nos escucha.

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