jueves, 2 de marzo de 2023

Pasando la ITV.

Ayer cumplí con la obligación anual de llevar el coche a la ITV.


Como siempre pasa, desde la hora “oficial” en la que coges la cita hasta que entras en la línea de inspección pasa un buen rato donde lo único que haces es mirar la pantallita donde, en algún momento indeterminado, aparecerá la matrícula de tu vehículo.

Mientras tanto tienes que ocupar ese tiempo de alguna manera, a veces mirando el móvil o, la mayor parte del tiempo, observando los coches, las motos o los camiones que van llegando. ¿Por qué te cuento esto? Pues verás.

Hace unos días @Auladesigual abrió un curso sobre DUA en su nivel avanzado donde tengo el honor de participar en uno de sus módulos, concretamente el de evaluación y DUA.

He estado revisando esa aportación para adecuarla a la nueva normativa, modificando ejemplos y basándolos en la LOMLOE. Y se me ha ocurrido hacer una entrada uniendo las dos cosas. Al aparcamiento de la ITV llegaban vehículos de todo tipo. Por su motor podían ser diésel, gasolina, híbridos, eléctricos...; por su tamaño motos, berlinas, sub, furgonetas, camiones con “x” ejes, autobuses,... Es decir, más variedad imposible.

Y viendo todo eso, no dejaba de pensar que, al final, lo que había que pasar era una evaluación. Sí, se trata de que unas personas (los inspectores) evaluaran mi coche. Pero el mío y el de todas las demás personas que estábamos allí mirando la dichosa pantalla.

Coches que no coincidían en casi nada: marcas distintas, modelos distintos, colores distintos... pero al final todos íbamos a pasar por las líneas de inspección. Pero, ¿a todos nos iban a hacer las mismas pruebas?

Pues evidentemente no. Hay unas pruebas comunes que todos pasan, pero hay otras que solo se le piden a unos en concreto. Por ejemplo, la prueba de emisión de humos, es ilógico hacérsela a los coches eléctricos, ¿verdad?

O cuando te piden que acciones el “limpia con agua”, no se lo van a pedir a un ciclomotor. Es decir, dentro del conjunto de pruebas que se hacen, se realizan las que son consecuentes con el tipo de vehículo que se está inspeccionando.

Por otra parte, esa inspección a veces se realiza con una simple observación del inspector (intermitente derecha, izquierda, los cuatro...), otras con la observación pero con la ayuda de una máquina (ese dichoso traqueteo donde te mueven el coche entero que parece que se va a descoyuntar) y las menos, las pruebas donde la verificación te la hace un “aparato” ( los frenos o el nivel de humos).

Al final de todo el proceso, te dan un papelito y (si todo ha ido bien) una pegatina.

En el papelito viene la calificación en un recuadro titulado “resultado de la inspección” que pone: favorable, desfavorable o negativo. Dentro de lo “favorable” puedes tener algunas cosillas, pero que puedes arreglarlas sin tener que volver a la inspección.

Cuando te pone desfavorable ya sabes que tienes que volver cuando arregles las cosas, y si es negativa,... pues a llamar a la grúa y directamente al taller. Pero, ¿sabes una cosa?

En ese papelito te dan la lista de esos fallos encontrados, te dicen que tienen importancia o que son leves, te los especifican para que tú puedas ir al taller y hablar con la persona que te va a arreglar el coche para que corrija exactamente eso.

¿Te imaginas que el inspector de la ITV te diga al final: “Su coche ha sacado un 4, tiene que volver a pasar la revisión” sin que te dijeran en qué ha fallado?

O que te digan “su coche tiene un 8, puede circular pero tiene cosillas que arreglar” sin que te digan que lo que le falla es una de las luces de la matrícula trasera que está fundida? Pues bien, transfiere este ejemplo al ámbito educativo.

Si a cada coche se le aplican una pruebas dependiendo de sus características, aunque parte de ellas sean comunes, si las pruebas son de distinto tipo: observación directa, con ayuda de máquinas o con otra tecnología (la lástima es que no se puedan elegir distintas formas de “medir” los frenos, que eso ya sería la repera, el entorno DUA en la ITV), y al final te dicen que todo lo tienes bien o te detallan lo que debes arreglar sin darte una calificación numérica, ¿por qué no lo hacemos también en el ámbito docente?

¿Se te ocurriría preguntarle al inspector de la ITV qué nota le pone al coche? Pues igual.

Además, será suerte, el inspector que me tocó me iba diciendo tras cada prueba que “esto va bien, vamos a la siguiente”, con lo cual, cuando me dijo “aparque fuera que le traigo la pegatina y los papeles” yo ya estaba la mar de tranquilo.

Y si me dices que este hilo tiene un 5, ¿cómo sé yo si es por faltas de ortografía, por la redacción o por lo que digo en él?

Y la pregunta final, ¿Por qué para la ITV funciona y para el ámbito educativo no? Pues eso. Gracias por llegar al final.