miércoles, 10 de junio de 2020

Reflexiones sobre el currículo (III)


Dicen que "un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla". ¿Será entonces que la clase política (que al fin y al cabo son los que hacen las leyes) ni se ha leído, ni conoce, ni ha pensado en esas leyes orgánicas sobre la educación?

Ahí lo dejo.

Seguimos con esta tercera parte de la reflexión, que como decía una compañera y amiga, "es la historia interminable", tanto por el tema en sí como por las reflexiones que surgen en torno al mismo.

Nos habíamos quedado en el preámbulo de la ley orgánica.  Como en el ámbito legislativo hay que ser meticulosos y cuadriculados, creo que para que no se me pierdan "ellos y ellas", voy a seguir el esquema de la LOE-LOMLOE.  Recordemos que la segunda no es más que modificación de la primera, y que por lo tanto va a estar integrada en el "texto consolidado" que una vez que sea aprobado regirá los destinos educativos españoles. (Se puede ver cómo quedaría el texto completo de la LOE con las modificaciones de la LOMLOE aprobadas en en consejo de ministros y ministras pulsando sobre todo este enlace. No me digáis que no os lo pongo fácil. )

Tras el preámbulo y la exposición de motivos del proyecto de la LOMLOE, llegamos al título preliminar, cuyo segundo apartado nos lleva directamente a la "organización  de las enseñanzas y el aprendizaje a lo largo de la vida".

Ya aquí comenzamos el encajonamiento del alumnado. No, no es el encajonamiento de la educación, como uno podría pensar, eso llegará más tarde, cuando hablemos de currículo y sus avíos.  Actualmente, nuestra ley divide nuestra educación en diez etapas, cajones, tipos, ... ¿finalidades? Finalidades creo que no.

Lo primero que me planteo es si de verdad hay necesidad de abrir tanta carpeta en el disco duro de la educación (permitidme el símil). Sobre todo, cuando abrimos carpetas y dentro encontramos otras carpetas y, dentro de éstas, otras y otras.

Literalmente:

2. Las enseñanzas que ofrece el sistema educativo son las siguientes:
a) Educación infantil.
b) Educación primaria.
c) Educación secundaria obligatoria.
d) Bachillerato.
e) Formación profesional.
f) Enseñanzas de idiomas.
g) Enseñanzas artísticas.
h) Enseñanzas deportivas.
i) Educación de personas adultas.
j) Enseñanza universitaria.

Admito que hay enseñanzas que son muy específicas, entre ellas las artísticas, las deportivas, la universitaria,... ¿pero de verdad que hay que empezar a hacer distinciones en la educación básica?

Y por cierto, ¿qué criterios seguimos para adjudicar a un alumno o alumna a tal o cual etapa? ¿Vamos a seguir clasificando al alumnado según la edad, el año de nacimiento? ¿Nos vamos a inventar otro tipo de clasificación que equipare a todos y todas por igual?  Actualmente, la regla que se sigue es la edad. Además, resulta que es por años naturales y no por cursos escolares, por lo que nos encontramos en la misma clase alumnado que podría haber nacido el 1 de enero del 2014 con el nacido el 31 de diciembre de ese mismo año.  ¿No os parece un poco fuerte que en una clase pueda haber niños con una diferencia de 365 días con todo lo que eso implica a estas (y otras) edades?

Y a eso, añadimos las posibilidades de (en nuestro actual sistema) repetir curso, cosa que se ve negativa, como si fuera un castigo a un trabajo no realizado, o una "no" superación de algo establecido para un nivel general porque aunque haya superado lo establecido para él o ella, como "no es lo mismo que los otros" pues lo suspendemos, lo hacemos repetir curso o incluso no titular.

Pero volvamos al tema del encajonamiento, que me estoy desviando hacia otros temas.

No, personalmente no estoy de acuerdo en esta forma de estructurar la educación. No quiero hacer una ruptura tal, entre el sistema que tenemos y el que ronda en mi cabeza, que pudiese provocar un auténtico caos anárquico, y por ello propongo una solución intermedia. Ni lo tuyo, ni lo mío. Los que ya me conocéis sabéis que tengo el lema de "no critico algo si no soy capaz de aportar, quizás no la solución, pero sí otro punto de vista concreto".

¿Cuál es mi propuesta?

En principio vamos a respetar las etapas a partir del bachillerato y voy a centrarme en la educación básica y obligatoria, incluyendo (aunque no lo esté) el actual segundo ciclo de educación infantil, es decir, alumnado desde los ¿tres? años a los ¿16? años.

La incorporación al sistema educativo no vendría dada por la edad, sino por las capacidades que un alumno o alumna pudiese tener en ese momento de su desarrollo. Y entiéndase capacidades en el más amplio sentido: cognoscitivo, manipulativo, lógico, lingüístico,....  Y aquí estoy avanzando ya algo de lo que posteriormente llamaré currículo abierto.

No hay grupos, no hay edades, ni de comienzo ni de final. Lo que hay es un desarrollo personalizado de cada alumno y alumna en un entorno favorecedor de las mismas.  Un alumno con cuatro años con una buena capacitación o competencia en algo, puede estar compartiendo pupitre, grupo de trabajo, clase, actividad,.... con otro de siete años sin ningún problema. No estoy comparando con un currículo, o con unas clases basadas en las edades, sino que estoy respetando el sistema madurativo y competencial del alumnado en sí mismo.

El acceso se realizaría mediante una auténtica evaluación inicial, de acuerdo con la graduación que pudiéramos establecer en el sistema de adquisición competencial, no de si sabe leer, escribir, sumar, restar,...

La propuesta de las ideas generales de establecer un currículo, que se desarrollará en otra entrada, pondrá ejemplos más concretos de lo que estoy comentando ahora.

Quiero acabar este apartado  resumiendo lo expuesto en tres ideas que son las que he querido desarrollar, y que, como digo siempre, son ideas propias que lanzo para dialogar.

1.- No hay educación infantil, ni primaria no secundaria obligatoria. No hay cursos ni niveles asignados a años académicos. Existe una única educación básica, sin límite de tiempo, que busca el desarrollo de las capacidades propias e individuales.

2.- No hay grupos cerrados de alumnos y alumnas. Tampoco hay grupos abiertos entendidos como "ahora voy a matemáticas en 5º y después vuelvo a música a 4º".  Lo que hay son agrupaciones flexibles que desarrollan y favorecen la adquisición de sus propias competencias a través de actividades planteadas con ese fin.

3.- No hay alumnado etiquetado. No hay altas capacidades ni adaptaciones curriculares. Hay personas trabajando cada uno sobre su propia capacidad.

Ya sé, algunas personas estarán pensando en la clasificación de "ahora te vas al grupo ese de los pequeños para aprender a sumar, mira que un niño tan grande y no sabe todavía,..."  Si piensas o dices eso, creo que estamos en puntos de pensar completamente distintos.

Para el resto de enseñanzas también se podría aplicar este tipo de "agrupamiento", no le veo inconveniente.

A lo que sí veo inconveniente es a creerme que una administración educativa pudiera dar un paso tan grande y que pusiera al alumnado por encima de la burocracia. del currículo, de las leyes, ...

Si hemos salido ¿victoriosos? de un cambio tan radical con el tema del coronavirus, ¿no vamos a ser capaces de plantear al menos la educación básica obligatoria de una forma diferente?

Quiero acabar con la frase de Eduardo Galeano, ya que es la que me infunde la fuerza para seguir pensando y compartiendo estas ideas (bueno, la frase y vuestros feedback que me son imprescindibles): "Lutopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopíaPara eso, sirve para caminar"

Gracias.

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