Siempre he pensado que debería existir un solo cuerpo docente, sea de la etapa que sea. Seguimos manteniendo la estructura de un cuerpo docente para la etapa de primaria, y otro para la de secundaria.
Para la etapa de primaria, las universidades plantean el grado de magisterio, que en teoría debería preparar para ejercer la docencia en las etapas de infantil y primaria. Dogo en teoría, ya que en la práctica no existe tanta preparación. Es cierto que se contempla la realización de prácticas en centros y con alumnado concreto (ya solo nos faltaba que esta carrera no las contemplara, sería absurdo), pero salvo que te encuentres con un tutor de prácticas que te diga a la semana: "la clase es tuya, y yo estoy aquí para ayudarte", muchos de los estudiantes lo que hacen es ver cómo desarrolla esa clase, y poco más. (Me encantaría que estuviera en un error en esta afirmación). Los currículos han cambiado mucho desde que yo estudié magisterio hasta ahora, pero creo que sigue habiendo mucha teoría (que no digo que no sea necesaria) y poca práctica. No se trata de pasar más o menos tiempo en una clase, sino de actuar en la misma interactuando con los alumnos, en un día a día.
Pero si ya pasamos a la etapa de secundaria,... el caos docente es total. No existe la carrera para ser docente en secundaria, a lo más que se puede aspirar es a realizar un grado en la materia que sea y posteriormente hacer el máster que te habilite a desarrollar labores como docente. También es cierto, que dentro de ese máster hay reguladas unas prácticas, lo admito. También sobre este máster habría que hablar largo y tendido, pero creo que no es el momento.
Echo de menos que desde esa formación inicial se guíe mi camino hacia la docencia. Si yo, por ejemplo, quiero ser profe de inglés en secundaria, me hace falta más "cómo abordar al alumnado para que hable, escuche, lea, escriba en inglés" que saber traducir textos del anglosajón antiguo al inglés moderno. Si yo quiero convertirme en investigador, necesito que se me forme en técnicas de investigación y realizar todo aquello que pueda ayudarme, y en este caso, sí me puede servir ese mamotrético currículo de una de las áreas.
La teoría debería ser la justa y necesaria para desarrollar mi labor docente, y saber las cosas para después saber cómo realizar mi labor. Necesito saber cómo se hacen la comparativas o las superlativas, pero me es más necesario saber cómo hago para que mi alumnado sepa usar ambas cosas cuando habla o cuando escribe.
En cuanto a la formación inicial, ya tenemos una pata que cojea.
Pero ahora seguimos. El acceso a la función docente.
Toda persona que piense que lo importante es desarrollar las capacidades personales de cada uno, no puede estar de acuerdo con el sistema actual que parece ser que por obligación tiene que estar basado en pensamientos de siglos pasados. Y estoy hablando tanto de selectividad como de oposiciones, ya que el esquema es el mismo: un examen sobre temas, que llevan a la consecución de una nota numérica por la cual se va a clasificar por orden de mayor a menor puntuación conseguida.
Es más, ¿están los tribunales que juzgan las actuaciones de los opositores preparados para admitir nuevas teorías pedagógicas? ¿Saben los y las miembros del tribunal lo que es el trabajo competencial y la evaluación por criterios? Quiero creer que al menos el cincuenta por ciento sí lo saben. En caso contrario, estamos bombardeando la línea de flotación de ese barco llamado "innovación docente".
Si en nuestra labor diaria apostamos por un trabajo colaborativo, cooperativo, por competencias, dependiendo de las capacidades de cada persona,.... ¿cómo es que seguimos planteando exámenes sumariales sin tener en cuenta las capacidades? Está visto que en estos casos, el que más memoria tiene...
Nos queda un año hasta las nuevas oposiciones, que se supone serán las de secundaria y conservatorios. (Por cierto, la persona que mejor sepa hacer matrices matemáticas o quien mejor interprete la tocata y fuga de Bach, puede que no tenga recursos para "transmitir" su sabiduría.)
Como he dicho, en este año que falta se podría plantear una nueva forma de opositar. ¿Un MIR docente? ¿Un periodo de prácticas más extenso y remunerado? Lo ignoro. Habría que darle muchas vueltas, aunque pienso que lo primero sería crear en la universidad el grado de docente, grado que preparara realmente a lo que uno se va a encontrar después cuando tenga durante cinco días a la semana a veinticinco chavales y chavalas, cada uno con sus características personales y tenga que atenderlos y hacer que desarrollen todo su potencial. Eso no se hace estudiando de memoria materias como "psicología evolutiva", "sociedad, familia y educación" o afines a ellas. Se hace resolviendo casos y recibiendo las aportaciones de los que están al pié del cañón. Es completamente distinto.
lunes, 24 de junio de 2019
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