viernes, 9 de marzo de 2018

Sobre la inconveniencia/incongruencia de una calificación numérica.

Comenzábamos la década de los ochenta del siglo pasado cuando uno de nuestros gobiernos publicaba una reforma educativa: La "LOECE", Ley Orgánica del Estatuto de Centros Escolares, una ley que no llegó a desarrollarse en su totalidad por la llegada de una nueva reforma educativa (Qué raro, ¿verdad?)

Bueno, no quiero perderme en ése árido desierto, aunque sí debo mencionar que, en el tema de la evaluación se publicaron dos instrucciones que la desarrollaban, una para el ciclo inicial (1981) y otra para  el ciclo medio (1982). y que por primera vez se intentó quitar la calificación numérica que se le asignaba al alumnado. Concretamente se decía:

2.3. El Profesor-tutor conocerá en todo momento el resultado del proceso de aprendizaje y formación de los alumnos a través de la evaluación continua, a lo largo del año académico lo consignará, en tres ocasiones y con la proporcional separación entre ellas, en el Registro Acumulativo de Evaluación. 
Este resultado se expresará en cada una de las áreas con los términos Progresa adecuadamente (P. A.) o Necesita mejorar (N. M.). Debe entenderse que un alumno "progresa adecuadamente" cuando superando los objetivos que haya programado el Profesor-tutor se pueda prever que no tendrá inconveniente para superar al final de los tres cursos que componen el ciclo medio, los niveles básicos de referencia del mismo. 
A este respecto, el Profesor-tutor tendrá presente: 
a) Que los objetivos que integren sus programaciones, teniendo como guía los niveles básicos de referencia, estarán siempre en función de las características de los alumnos. 


Antes de seguir con mi exposición, y especificar algunas de las ideas interesantes de esta normativa, recalcar que es una ley derogada, y que estaba pensada para aquella época que, evidentemente no es la actual. Ya ha llovido mucho desde entonces.

Primera idea: El Profesor-tutor conocerá en todo momento el resultado del proceso de aprendizaje. Es decir, estamos hablando de una evaluación continua y activa en todo momento. Y en este momento yo me pregunto: ¿La calificación me ofrece la visión evaluadora? Personalmente lo dudo.

Segunda idea: Este resultado se expresará en cada una de las áreas con los términos Progresa adecuadamente (P. A.) o Necesita mejorar (N. M.). Si esto es así, como de hecho lo fue, estamos ante la desaparición de la calificación numérica, esa a la que volvimos en la siguiente reforma. Reconozco que yo fui uno de los que en ese momento no reconoció la validez y el gran paso dado en este aspecto. Me causó un gran impacto y tenía un gran desconocimiento de cómo pasar a evaluar sin números ni palabras clasificatorias. Pienso que cuando se puso en práctica, no se recibió la correspondiente formación que rompiera la tradición numérica. La frase:"un alumno "progresa adecuadamente" cuando superando los objetivos que haya programado el Profesor-tutor se pueda prever que no tendrá inconveniente para superar ... ... los niveles básicos de referencia", es la que pasó más desapercibida.  Aunque no estoy de acuerdo con alguna parte de esta frase, sí estoy conforme con el espíritu de la misma: la visión a futuro de la evaluación como consecución por cada alumno o alumna de aquello que se pretende desarrollar.

Tercera idea: "Que los objetivos que integren sus programaciones, teniendo como guía los niveles básicos de referencia, estarán siempre en función de las características de los alumnos". ¿Sería esta frase la catapulta para hacernos pensar en que cada persona tiene unas características propias? ¿Estamos hablando de que, en una  clase con treinta personas tenemos treinta necesidades educativas personales? Pues sí. Lo pienso y lo creo, aunque a estas alturas sigo sin verlo en la realidad.

La siguiente reforma realizó un paso atrás, volviendo a un sistema calificador basado en números. Se establece la prevalencia calificadora/clasificatoria. Una pena. No se me quita de la cabeza la idea de que este cambio, volviendo a los números, no fue más que un intento de clasificar al alumnado, a los centros, a las comunidades autónomas...  para poder tener herramientas políticas y así echar en cara la no consecución de unos niveles estadísticos. Se pasa de la preocupación por el alumnado al ranking de una sociedad totalmente competitiva.

Hay miedo, por parte de los legisladores, a perder una herramienta que permite "regañar" por unos resultados. Todavía recuerdo una "consigna" que nos daban: "En una clase debe aprobar más del sesenta por ciento, ya que, si no obtienes esos resultados, vas a tener que hacer un informe y la inspección puede pedírtelo". Pero vamos a ver, ¿eso no es una falacia?

Lo de aprobar o suspender no es más que seguir el juego a la calificación. Esta idea no tiene en cuenta  en ningún momento el progreso del alumnado, no tiene en cuenta lo que consigue, sino lo que no consigue. Es como esa idea que yo he escuchado de "Todos tenéis un diez, y si no conseguís las cosas os voy bajando la nota".  

¿Perdón?

Sin más comentarios sigo con lo otro.

La aparición de las notas numéricas conlleva también la aparición del llamado fracaso escolar, que no es otra cosa que fijarse más en los defectos que en las virtudes, en lo que no ha alcanzado, más que en lo que se ha superado.  ¿No es una visión distinta de la evaluación?

Es más, el tema de hacer adaptaciones curriculares surge a partir de la visión cerrada que se tiene de que todo el mundo tiene que aprender lo mismo, realizar lo mismo, y además en el mismo tiempo. Por supuesto, estamos hablando de una homogeneización curricular, metodológica y temporal que en ningún caso existe. Cada uno aprende a un ritmo distinto y desarrolla sus capacidades cuando su nivel madurativo es el correcto, y no tengo motivos para "castigar" a esos alumnos y alumnas que van en ese momento más retrasados según ese programa homogéneo.

Llegados a este momento, ya sé lo que me vais a decir. Estamos encorsetados por unas leyes, por una ratio, por un horario y sobre todo por mucha burocracia. Es cierto. Pero si nos callamos y no expresamos que deberíamos hacer una educación personalizada, una educación en base al alumnado que tengamos, una evaluación donde realmente se valore los logros y no sea hacer una penalización por no alcanzar lo marcado para todos, una metodología acorde a nuestros tiempos y respetando las formas de asimilación tan dispares que encontramos en una clase, que necesitamos que una ratio baje,  que la distribución de los grupos se haga de una manera flexible, haciendo que se propicie un trabajo colaborativo y cooperativo en lugar de una competición "a ver quien tiene un 10", ... si nos callamos, jamás llegaremos a verlo. Incluso, los legisladores pensarán que lo están haciendo estupendamente.


Para no extenderme más en esta entrada, quisiera dejar claro que:

1.- La calificación numérica no es una evaluación.
2.- La evaluación debe estar basada en las auténticas capacidades del alumno, no en el completar un currículo encajado en ciclos, niveles, etc.
3.- Todos el alumnado, independientemente de si tiene una etiqueta de NEE o no la tiene,  necesita ser considerado como alumnado de necesidades educativas personales, y por lo tanto la adecuación, no sólo de currículo, sino de la metodología a usar debe ser también personal.

Estoy convencido que todo nuestro alumnado puede "progresar adecuadamente" si las bases en las cuales nuestro trabajo se desarrolle son las adecuadas para cada una de las alumnas y alumnos que tenemos.

















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