miércoles, 21 de marzo de 2018

De la evaluación a la calificación: "hagámoslo lo más fácil posible".

Quiero comenzar haciendo una confesión:" Mientras más estudio y pienso el tema de la evaluación, menos sé del mismo".

En un intento de aunar lo que sería la evaluación y la calificación voy a intentar mostrar en las siguientes entradas (en esta un poco de fundamentación, y en la próxima una herramienta siguiendo este pensamiento), un sistema que al principio puede resultar un poco trabajoso, pero que una vez configurado creo que puede facilitar la labor tanto de la evaluación como de la calificación.

Parto de la siguiente premisa:"La base fundamental de la evaluación es el criterio".Con la normativa que tenemos ahora, el criterio es el que marca todo el posterior diseño curricular, incluida la evaluación. Con este diseño curricular me refiero a que la programación o las unidades didácticas integradas deben partir del mismo, y que son ellos los que deben absorber los demás, es decir, contenidos, indicadores, estándares, o cualquier otro que se nos ocurra. El contenido debe dejar de ser el objeto evaluable pasando a ser una mera ayuda para saber qué se va a analizar (que no calificar) en el desarrollo del criterio.

Tras esta premisa, el primer paso que propongo es la asignación de los distintos aspectos que nos permitan ver el estado de logro de cada criterio. Esto puede hacerse mediante dos procesos, un establecimiento de rúbricas o bien la redacción de una lista de cotejo.

La rúbrica supone el establecimiento de grados de consecución de lo que es expuesto en el criterio. Se pueden establecer todos los grados que se quieran, aunque hay un consenso generalizado en que una rúbrica debería tener entre tres y seis grados. Normalmente se proponen siempre grados en un número par, ya que hay una tendencia generalizada a marcar en caso de duda el grado central (por aquello de "in medium virtus".

Otra característica de las rúbricas es que los grados superiores asumen a los inferiores. Si hemos optado por hacer la rúbrica de un criterio en cuatro grados, podríamos diseñarla de la siguiente forma:

          Grado 1: Consigue menos del 25% de lo marcado por el criterio.
          Grado 2: Consigue entre el 25% y el 50%.
          Grado 3: Consigue entre el 50% y el 75%.
          Grado 4: Consigue más del 75%.

Un ejemplo, tomando como base un criterio inexistente, pero que nos puede aclarar.

     Criterio: Lee en voz alta 120 palabras por minuto.

     Rúbrica:

          Grado 1: Lee menos de 30 palabras por minuto.
          Grado 2: Lee entre 30 y 60 palabras por minuto.
          Grado 3: Lee entre 60 y 90 palabras por minuto.
          Grado 4: Lee más de 90 palabras por minuto.

Ya sé que el ejemplo es muy simple, pero ¿a que se ha entendido?

Cuando ya complicamos un poco el criterio es cuando también nos complicamos en la redacción de la rúbrica. Si añadimos al criterio más datos y lo redactamos de la siguiente manera:

     Criterio: "Lee en voz alta 120 palabras por minuto con un tono de voz adecuado, sin errores en la dicción de las palabras y comprendiendo lo que se ha leído"

estamos ya en un problema: ¿Cómo definimos los grados teniendo en cuenta todas esas variables?

Ya sé lo que estáis pensando: "Se establece una rúbrica por cada uno de esos aspectos y problema solucionado". Pues sí, es una solución, pero de una rúbrica hemos pasado a tener cuatro o cinco de un mismo criterio. Tenemos una para la velocidad, otra para el tono de voz,  otra para los errores y otra para la comprensión. Es factible siempre que no se nos acumulen las rúbricas de los criterios.

Otra posibilidad es hacer una sola rúbrica con los grados de cada aspecto, incorporando en cada grado todas esas variables. Aquí me surge una pregunta ¿qué pasa si lee entre 61 y 90 palabras, no comprende nada y falla en la dicción de algunas palabras? ¿Qué grado le ponemos si exactamente no corresponde a ninguno de los marcados?

Dicho esto sobre las rúbricas, paso a exponer la segunda propuesta, la que denominamos "listas  de cotejo" o usando el anglicismo, la "checklist".

Una lista de cotejo es una relación de ítems que se pueden ir marcando a medida que se van logrando.Por ejemplo, si el criterio de evaluación fuese

     Criterio: "Nombra, a partir de su forma, figuras geométricas de tres y cuatro lados"

podríamos hacer una lista de cotejo al estilo:

          1.- Reconoce y nombra el triángulo.
          2.- Reconoce y nombra el cuadrado.
          3.- Reconoce y nombra el rectángulo.
          4.- Reconoce y nombra el rombo.
          5.- ...

con lo que bastaría marcar cada ítem cuando se haya conseguido.

El ejemplo anterior se ha considerado que la lista sea de ítems independientes, pero esto se puede modificar. Una lista, al estilo de la rúbrica, puede contener grados, así, podemos pasar la rúbrica puesta como ejemplo anteriormente a una lista de cotejo:

          1.- Lee menos de 30 palabras por minuto.
          2.- Lee entre 30 y 60 palabras por minuto.
          3.- Lee entre 60 y 90 palabras.
          4.- Lee más de 90 palabras por minuto.
          5.- Utiliza un tono de voz adecuado
          6.- Lee sin errores en la dicción.
          7.- Comprende  menos el 50% del texto leído.
          8.- Comprende más del 50 % del texto.

La propuesta personal para la evaluación va más por la línea de las listas de cotejo que por la rúbrica. Pienso que es más clara y objetiva.

Otro aspecto por el que abogo por el uso de las listas es que al alumnado le va a resultar más fácil hacer una autoevaluación de su progreso.

Si estamos hablando de evaluación, no debemos olvidarnos que el alumnado es y debe ser "arte y parte" de ese proceso. Debe conocer qué es lo que tiene que ir logrando e incluso debería tener una copia para que él o ella señalara lo que va consiguiendo.

Si nuestra intención es la de compartir la rúbrica o la lista con el alumnado, tendríamos que hacer la formulación de los aspectos de una manera comprensible para ellos. Es más, podríamos considerar (y esto ya sería la repanocha) el aspecto co-evaluativo. Hay aspectos que admiten que el resto de compañeros y compañeras ofrezcan una valoración siguiendo las pautas establecidas mediante esa rúbrica o lista.

Cuando el proceso evaluado contempla los tres aspectos: la evaluación docente-disiente, la autoevaluación y la co-evaluación, es cuando realmente se monta el trípode que sustenta la progresión, entendida siempre como el recalcar los logros, sin dar la importancia que actualmente damos a lo "no conseguido" o a los "errores cometidos".

La idea de evaluación es la de mostrar todo lo conseguido, la de felicitar por los logros. Debemos tomar la rúbrica o las listas como indicadores de logro: "!!!Esto lo he conseguido!!!

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