martes, 11 de julio de 2017

Programación, evaluación, calificación y otros temas competenciales.

Vivimos en una sociedad llena de incongruencias. 

Parto de la base de que yo soy docente,  y veo día a día las miles de incongruencias específicas de nuestras leyes educativas.

Por mi forma de ser, creo y defiendo una enseñanza individualizada, donde lo importante es el alumnado.  Creo que todo debe estar centrado en él, y no en la burocracia que nos ocupa una buena parte de nuestro tiempo.

Hace ya años, surgió una nueva idea, las competencias. Y aquí viene la primera pregunta ¿Lo que tenemos es que enseñar por competencias, programar por competencias, evaluar por competencias,...?
No señores o señoras, no. 

Las competencias que nos han sacudido nuestro confort didáctico basado en gran parte en la repetición de temas, uso de libros de texto, realización de ejercicios manidos o la consabida frase "vamos a trabajar era silencio", lo único que pretenden es preparar a esas personas a las cuales vemos día a día, a resolver de una forma exitosa cualquier situación que se pueda presentar.

Nuestras leyes educativas  han fijado en siete las competencias, que además han denominado como "Competencias Clave" (antes eran ocho competencias y se denominaban básicas, aunque me pregunto básicas ¿para quién?).Particularmente me da igual que sean siete o sean ocho. 

Además, han relacionado esas competencias con otro aspecto legal: los criterios de evaluación. 

Por si acaso el lector de estas líneas desconoce todo el componente legal de unas leyes actualmente en vigor relacionadas con la educación, puedo nombrar algunos términos que debemos manejar a diario, y digo nombrar porque si entro a definir cada uno de ellos creo que me cerrarían el blog por haber superado el espacio permitido. Términos como criterios de evaluación, objetivos, contenidos, indicadores de evaluación, competencias, estándares, procesos cognitivos, unidades didácticas integradas, escenarios, rúbricas, ... son los más usuales que debemos manejar y que se exigen como si nosotros fuésemos  expertos en la materia.

Estábamos hablando de criterios de evaluación, que en teoría son aquellos que nos indican en qué nivel competencial está nuestro alumnado, (es decir, qué sabrían hacer y qué les falta por saber hacer).  

Qué bueno sería quedarse en ese estado de conocimiento y a partir de ahí personalizar las tareas para conseguir que sepa hacer lo que le falta.

Pero gran decepción, la evaluación del alumnado sigue todavía en unos parámetros de hace siglos. La nota, esa gran ayuda para clasificar a personas en nuestra sociedad. La nota es el establecimiento del ranking. Yo tengo más nota que tú. Yo soy mejor que tú. Yo puedo estudiar esto porque he sacado más nota. Yo.....

El yo y la nota sería el título de un magnífico ensayo de terror. Opino que una calificación numérica no ayuda en nada a un desarrollo competencial, es más, creo que la obligación de calificar es una castración hacia los intereses del alumnado y las ganas de trabajar del profesorado.

Creo que mi postura para abolir el cinco, el siete o aquello que tanta gracia hizo hace tiempo "necesita mejorar o progresa adecuadamente", está clara. 

Una persona es incalificable, por lo menos en mi forma de ver la docencia.





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