sábado, 14 de abril de 2018

Caminando hacia la utopía: "El conocimiento del alumnado"

Comienzo la primera parte de este camino hacia la utopía cuando tengo una especie de "silencio burocrático" que me permite hacer uso de algún tiempo para reflexionar en voz alta, que en definitiva es lo que hago con vosotros.

Ya comento en el título que la reflexión de hoy va sobre el conocimiento del alumnado.  No puedo dejar de deciros que el tema me causa una gran inquietud, ya que por experiencia, el conocimiento del alumnado es un aspecto de la docencia que es difícil de preparar en los primeros días de cada curso.

Pensemos. Llega septiembre. Si ya has sido profe del colegio, más o menos conoces a los alumnos y alumnas, sobre todo si además de la tutoría tienes una especialidad de esas que recorres todo el centro. Pero imaginemos por un momento que eso no es así. Que has acabado ciclo y que recoges a alumnado nuevo para ti.

Sí, ya sé que estáis pensando que existe una "cosa" llamada "informe de tránsito". Es cierto. Pero dicho informe yo siempre lo he puesto en cuarentena, y ¿sabéis la causa de hacerlo? En mi vida laboral me he encontrado con muchos informes, y además los he realizado. hablo de los que he recibido y que venían acompañando al alumnado que iba a tener durante ese curso.

Me he encontrado con informes de todo tipo. He leído frases como "tiene muy buena letra y cuenta chistes muy buenos", "a charlatán no le gana nadie", "mejor que los pongas al fondo para que no te distraiga la clase", aunque reconozco que también he leído frases de este tipo:" es conveniente que cuando trabaje en grupo coincida con ...  ... porque tiene tal falta de afectividad que esa compañera hace que desarrolle su sentimiento de bienestar", "es una líder que arrastra positivamente y hace que todas las personas que participan en el grupo donde está ella sean capaces de desarrollar cada uno de los trabajos encomendados". ¡Hay diferencia entre ellas!

Es más, hay profesorado que esgrime la teoría de que no le hace caso a dichos informes porque no quiere ser influenciado por el comentario de otros compañeros y compañeras. Las lectura de dicho informe la realiza cuando ya con doce un poco al alumnado de su clase. Por supuesto, respeto esta forma de pensar, como respeto también cualquier forma de realizar los informes. Otra cosa es cómo podríamos trasvasar la información  tan valiosa que tenemos a un compañero que va a permanecer uno o dos cursos con ese alumnado.  Tendríamos que dedicar más de una mañana de trabajo para intercambiar con fundamento ese conocimiento.

Ese intercambio no debe de basarse en aspectos de cómo se comporta, ( que sí, que también es importante), sino en cómo llegar a él para aprovechar al máximo sus valores.

Hay muchos aspectos que si se conocen nos ayudan a plantear la metodología correcta, la programación adecuada y la relación más sincera que se pueda establecer entre profesorado y alumnado.

Aspectos como el nivel de consecución de los criterios de evaluación que ha realizado, la integración afectiva o de relación que tiene con el grupo completo o con algunos de sus compañeros o compañeras, si tiene algún rasgo físico o psíquico que deba tenerse en cuenta para su inclusión,... son. los que más deberían de comentarse. Además, lo lógico sería centrarse en las posibilidades del alumnado, no en las deficiencias. Frases como "Tal alumno puede desarrollar todo esto si se le motiva con", "Esta alumna necesita explicar las cosas a los demás para interiorizar más lo ...." serían las bases de dichos informes.

Si no tenemos la suerte de recibir informes, o de conocer con anterioridad al grupo de alumnos y alumnas, deberemos echar mano de otros instrumentos para el conocimiento. Dichos instrumentos deberemos plantearlos para conocer lo más ampliamente posible a cada uno y una de ellos y ellas.

Las pruebas de evaluación inicial son un buen instrumento si se toman como lo que deberían ser, la muestra de lo que sabe hacer.  No pensemos en el sentido de evaluación de "este n o sabe hacer esto, ni esto, ni lo otro". El planteamiento es "ya sabe esto, y a partir de aquí construyo".Podríamos dedicar unas cuantas sesiones de nuestro horario a principio de curso para hacer distintas técnicas de relación, juegos de expresión, dramatizaciones, ...  la evaluación inicial no es sólo el examen de lengua, el de matemáticas, la lectura en voz alta y el dictado. La evaluación inicial es mucho más.

Por supuesto, un sociograma nos vendría de perlas. Si el grupo ya ha estado antes junto en algún curso se habrán establecido relaciones sociales que serían interesantes de conocer.

La observación de pequeños trabajos que se puedan realizar "sin valor curricular" durante estos primeros días, nos indican el camino que podemos seguir, y no solamente el camino, sino que podemos observar lo que cada alumno pueda necesitar más en profundidad ( y con ello me estoy refiriendo a aquel alumnado con la etiqueta de "necesidades educativas" bien sean "por debajo de " o "por encima de".  El conocimiento de lo que realmente es válido en nuestra clase (y me refiero al alumnado, a todos y cada uno de los que conforman ese grupo) nos tiene que recondicionar y reacondicionar toda nuestra labor, romper las barreras de la homogeneidad y de la normalización esperada por ... los que están en situación de comfort con el "de aquí no me muevo".

No quiero convertir esta entrada en una lista de técnicas de observación, o instrumentos de interrelación personal, sino en una fundamentación de la importancia del conocimiento.

Si realmente analizamos a nuestros alumnado durante,,, (¿un mes? ¿dos meses? ¿un trimestre?) llegaremos a hacer posible el desarrollo personal de cada uno o una, que es en definitiva lo que la educación intenta hacer (independientemente de todo lo que se nos viene encima con leyes, normas etc).











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