sábado, 9 de julio de 2022

"Evaluar para calificar" versus "Evaluar para mejorar"

 
 


Antes de comenzar, permíteme que te haga una pregunta directa: Cuando escuchas o lees la palabra evaluación, ¿en qué piensas? ¿Cuál es la primera palabra que te viene a la mente? ¿Interpretas que evaluación es una palabra totalmente sinónima a calificación?

Bueno, vamos a ver. 

Ya hace tiempo que muchos autores comienzan a difundir la idea de que son completamente distintas ambas palabras en cuanto al significado. 

Siempre he pensado que cuando vamos a hablar de palabras o términos concretos, nuestra referencia debería ser lo que propone la RAE como definición de las mismas. En este caso, la Real Academia define lo siguiente: 

Evaluar

1. tr. Señalar el valor de algo.

2. tr. Estimar, apreciar, calcular el valor de algo. 

3. tr. Estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos.


Calificar

3. tr. Juzgar el grado de suficiencia o la insuficiencia de los conocimientos demostrados por un alumno u opositor en un examen o ejercicio.


Teniendo a la vista estas definiciones, ¿no echas de menos algo? Yo sí, y me explico.

He puesto completa la entrada de la palabra "evaluar" aunque nos afecte solo el apartado 3, el referido al alumnado. En dichas entradas se usan verbos como señalar, estimar, apreciar, calcular, pero en ningún momento se usa el verbo analizar, lo mismo que, tanto en la entrada sobre evaluación como en la de calificación se hace referencia a conocimientos, aunque también se nombren aptitudes y rendimientos. 

Siento mucho discrepar con estas definiciones, y en este caso me parecen obsoletas. Podrían valer cuando en educación se pensaban en términos de conocimientos, es decir, de saberes, de conceptos, pero nuestra visión ahora es mucho más amplia que eso. 

¿Cómo dices? ¿Que podríamos entender la palabra conocimientos en un sentido más amplio y que incluya más aspectos que los puramente conceptuales?

Vamos a ver.

RAE, aquí te llaman.

Conocimiento

1. m. Acción y efecto de conocer.


Conocer

1. tr. Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. 

2. tr. Entender, advertir, saber, echar de ver a alguien o algo. (Echar de ver es "Notar, reparar, advertir.")


Bueno, pues parece que sí, que podemos entender la palabra conocimiento como algo más amplio que lo puramente conceptual.  Por lo tanto,  vamos a coger la definición de "estimar los conocimientos" en el sentido más amplio del término. 

Pero seguimos  sin ver la palabra fundamental: Analizar.

Tanto si entendemos el término evaluación como sinónimo de calificación o no, deberíamos pensar  que para hacer esa estimación que aparece en la definición, hay que analizar "algo" para poder realizarla.

Ahora bien, ¿qué se entiende en la normativa docente como evaluación?  

Pues no, no busques una definición del término en los distintos desarrollos de la normativa docente. En la LOMLOE, actual norma vigente, aparece ochenta y. nueve veces (si no me he equivocado) la palabra evaluación está siempre referida a algo acabado, al análisis de unos resultados. Como muestra, un botón: "a establecer mecanismos de evaluación y de rendición de cuentas", "Se regula la evaluación durante la etapa, basada en la consecución de los objetivos"...

Llegados a este punto, ¿retomamos el título de la entrada?

"Evaluar para calificar" versus "Evaluar para mejorar"

Es cierto que para "estimar", como dice la definición de la RAE, hace falta hacer un análisis, si no se hace, sería imposible "Juzgar el grado de suficiencia o la insuficiencia" que debe ser demostrada. Y claro está, este análisis se hace a partir de un producto final, llámese portafolio, examen, presentación, trabajo fin de... lo que sea.  Es decir, se estima la consecución demostrada en una evidencia que solemos pedir al alumnado. 

Pero, en este momento, te pregunto: ¿la evaluación de ese producto final lleva implícita la calificación del mismo? 

En mi opinión no debería ser así. La calificación de un examen o de una prueba oral no da pautas concretas para que pueda ser mejorado. Es un acto final que cierra el proceso. 

¿Cómo dices? ¿Que das oportunidad de hacerlo de nuevo para mejorar la nota? 

Vale, admito pulpo como animal de compañía, pero entonces supongo que no solo le habrás comunicado la nota, si no que adjunto a la misma también le habrás comentado en qué ha fallado y cómo tiene que corregirlo, en caso contrario, ¿de qué vale?

Y por cierto, ¿no crees que estás dando valor punitivo al error que se pudiera cometer en lugar de ponerlo como base para la mejora? No sé, sigo pensando que la calificación decreciente (aquella en la que todo el mundo parte de un 10 y por cada fallo voy restando puntos) no es más que una forma de castigo de un pensamiento que se basa en buscar el error. 

Entonces, ¿evalúo ese resultado final?

Pues claro, evaluar siempre. En una presentación oral puedo analizar (para hacer una buena evaluación) el tono de voz, la claridad, la postura, el uso del cuerpo para transmitir y/o destacar aspectos importantes,... todo eso es susceptible de ser evaluado, pero no me sirve de nada que lo califique. Es más, siguiendo la normativa, se debe pensar que "los resultados de la evaluación se expresarán mediante una calificación".  La ley nos obliga a ello, a emitir una calificación al finalizar un proceso. 

Pero pensemos, si la ley nos marca que los referentes de la evaluación son los criterios y los resultados de la evaluación son los que dan lugar a la calificación, ¿qué tenemos que calificar? Pues está claro, los criterios de calificación no pueden estar basados en otra cosa que en los criterios de evaluación, nunca en los resultados del análisis y calificación de ese producto final, llamémoslo como queramos. 

Hay ya normativa que lo interpreta así, por ejemplo, el borrador de la orden andaluza expone que:

    2. Los criterios de evaluación han de ser medibles, por lo que se han de establecer mecanismos objetivos de observación de las acciones que describen, así como indicadores claros, que permitan conocer el grado de desempeño de cada criterio. Para ello, se establecerán indicadores de logro de los criterios, en soportes tipo rúbrica. Los grados o indicadores de desempeño de los criterios de evaluación se habrán de ajustar a las graduaciones de insuficiente (del 1 al 4), suficiente (del 5 al 6), bien (entre el 6 y el 7), notable (entre el 7 y el 8) y sobresaliente (entre el 9 y el 10).


Aunque no esté muy de acuerdo con que nos fijen por normativa que tenemos que usar una rúbrica por... obligación, sí se ha dado un paso estableciendo que son los criterios los que tenemos que tener como referentes para la calificación. Y digo que no estoy de acuerdo porque quita la libertad al docente de usar otros procedimientos: listas de cotejo, dianas,... (Pues sí, yo sigo defendiendo las listas de cotejo antes que las rúbricas, pero no me va a quedar otra que aguantarme con esta normativa si se aprueba con ese artículo).

En fin, seguimos.

En este momento estarás pensando que Kike se ha olvidado de la segunda parte del título, porque, hasta ahora, sólo habla de la evaluación para calificar. Venga, hazme la pregunta, que esto se está alargando.

-Oye, Kike, ¿no ibas a hablar también de evaluar para mejorar? ¿ A qué esperas?

Vale, voy a ello. 

Hasta ahora hemos visto que usamos la evaluación como análisis del final de "algo" que hemos estado desarrollando, y que ese análisis lo realizamos teniendo como evidencia un producto final elaborado. 

Pero, ¿realmente, en educación, la evaluación se debe reducir a eso? ¿Al análisis de algo acabado? Por supuesto que no.  Permíteme que recuerde una vez más lo que dice la normativa:

    Artículo 14. Evaluación. 
    1. La evaluación del alumnado será global, continua y formativa,...
    2. En el contexto de este proceso de evaluación continua, cuando el progreso de un alumno o alumna no sea el adecuado, se establecerán medidas de refuerzo educativo. Estas medidas deberán adoptarse tan pronto como se detecten las dificultades y estarán dirigidas a garantizar la adquisición de los aprendizajes imprescindibles para continuar el proceso educativo.

Pues creo que la normativa lo dice claro, esa evaluación, entendida como análisis del proceso y no del producto, debe ser continua, y permitir que en cualquier momento de ese proceso o de la realización del producto final del que hemos hablado anteriormente se puedan tomar decisiones que permitan al alumnado superar las distintas dificultades que le puedan surgir durante el mismo. Por lo tanto, no tiene nada que ver con "evaluar para calificar", primera parte del título de esta entrada.

Si entendemos que se debe realizar ese "evaluar para mejorar" y nuestra intención es esa, debemos marcarnos unas pautas concretas para poder hacerlo, ya que no estamos hablando de algo que se hace al final, sino de una acción constante a realizar con el alumnado.

En mi opinión, debemos partir de una pauta importante: el conocimiento del alumnado. 

Si no lo conocemos, es imposible que podamos actuar en la mejora y en la superación de posibles dificultades que puedan surgir. Por supuesto no estoy diciendo que se conozca al grupo en general, que también, sino a cada uno de los integrantes de ese grupo-clase. 

Sí, soy realista, estarás pensando que con "X" grupos de veintitantas personas eso es inviable. Y quizás (sí, solo quizás) lleves razón. Pero ahí podríamos entrar en el tema de la ratio, de la codocencia, etc que no es lo que estamos tratando en esta entrada. 

Para ese conocimiento del alumnado es totalmente imprescindible hacer una buena evaluación inicial. Esta sería la segunda pauta a tener en cuenta. Dicha evaluación inicial no debería consistir en analizar qué sabe el alumno o alumna, sino qué sabe hacer, cuáles son las dificultades desde donde parte que ya han sido detectadas, cuáles son sus capacidades, qué potencialidad tiene, qué intereses de los que posee pueden hacer que nosotros le planteemos una actividad y que entre motivado al completo, qué cosas hace que puedan ser aprovechadas en clase para que se sienta orgulloso,... 

Y me dirás, con toda la razón del mundo, que para eso hace falta tiempo. Pues sí, hace falta tiempo, completamente de acuerdo. 

- Pero entonces, ¿cuándo doy lo que me pone en el currículo? - , me preguntarás.

Y yo te contesto: 

- Pues a continuación de hacer esa evaluación. Si partes de la premisa de que conoces al alumnado porque has realizado una buena evaluación inicial, has ganado tiempo para "las demás cosas". (Entiéndase el desarrollo del currículo)

La tercera pauta sería el análisis de los elementos del currículo, en concreto, de los criterios de evaluación.

Sí, tengo una normativa que desarrolla un currículo que cumplir y que me marca unos objetivos, competencias (clave o específicas) y unos descriptores en los perfiles, al igual que unos criterios que deben ser mis referentes. Y digo bien, deben ser mis referentes, por dos aspectos: el primero porque me marca dónde tengo que llegar trabajando con el alumnado, y el segundo porque son la referencia de la posterior calificación que tendré que dar. 

Aquí tengo otro elemento que evaluar, en el sentido de su análisis: qué me dice el criterio y cómo planteo el trabajo para poder desarrollarlo y que todo el alumnado (en este caso no me vale decir "la mayoría"),  al final logre y evidencie lo que pone en la descripción del mismo. 

Es más, si parto de ese análisis, yo también podré evaluar tanto mi planteamiento de desarrollo como el mismo proceso que se ha ido dando. No olvidemos que también la ley nos exige una autoevaluación:

    "El profesorado evaluará tanto los aprendizajes del alumnado como los procesos de enseñanza y su propia práctica docente a fin de conseguir la mejora de los mismos".
Una vez que hemos planteado el qué, debemos plantearnos el cómo vamos a plantear el trabajo informando al alumnado de todo lo que vamos a hacer y los referentes que se van a seguir tanto en la evaluación como en la autoevaluación y heteroevaluación si la hemos contemplado (que deberíamos haberlo hecho, claro).

Esa información debería contener al menos:
  • Información sobre lo que se va a hacer.
  • Compartir la información de qué se va a pedir que consigan / sepan (criterios)
  • Cómo se va a evaluar, cuales van a ser los productos finales y sus rúbricas o listas
  • Ofrecer modelos de guía de productos finales (si son diferentes a los exámenes)
  • Compartir cómo se va a realizar la auto y la co evaluación (documentos)
  • Presentarles una hoja de ruta para facilitar todo el proceso
  • ...
¿Y qué nos queda ya?

Pues acompañarles durante todo el proceso, observar cómo hacen las cosas, en qué se atascan, es decir, analizar cada paso que dan y así evaluar para mejorar.  Esta es la verdadera base importante de la evaluación: nos sirve para acompañar al alumnado durante su camino de mejora, analizando en cada momento lo que hace o lo que deja de hacer. Si estamos evaluando de una forma continua, ¿me vas a decir que hace falta darse un atracón de corregir al finalizar una programación y ocupar fines y fines de semana encerrados en casa con ese boli marcando errores y poniendo numeritos a un producto final llamado examen del tema 13? 

P.D. Imagina que soy tu evaluador de programaciones y que te devuelvo la que me has presentado con un 3 de nota.  A partir de ahí, y como si fuese una encuesta de twitter, te pregunto: ¿Qué respuesta/s marcarías?

Opción A: Estoy completamente frustrado, y no sé en lo que he fallado para mejorarlo.
Opción B: Estoy convencido que si hubiera tenido apoyo durante el proceso, estaría perfecto.
Opción C: Tengo una lista de cosas a mejorar. Voy a ello, aunque ya la nota no me la van a cambiar.
Opción D: Esa es mi nota, como ya es final, me aguanto y a otra cosa mariposa.

(No hace falta que contestes, pero piensa qué te gustaría que yo hiciera contigo y con esa programación)











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