miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿Lo que hago es evaluar? (III): Las bases de la programación didáctica

Estamos comenzando el curso. Es tiempo de pensar, idear y soñar con aquellas cosas tan interesantes que vamos a desarrollar durante estos meses que tenemos por delante. Pero, siempre tiene que haber un “pero”, también es hora de comenzar la burocracia docente en un aspecto concreto: las programaciones didácticas. Aquello que o bien se cogen con con “copio/pego” de las editoriales, o como mucho, se les cambian la fecha para que parezcan como recién salidas del horno. 

En esta entrada me vais a permitir que me centre en la etapa de Secundaria para exponer ciertas ideas que pueden servir para abrir un debate (si es que lo consideráis oportuno).

Un breve relato introductorio:

Llegan los primeros días de septiembre, un IES cualquiera de una localidad cualquiera. Los dos o tres primeros días entramos a saco recibiendo al alumnado, poniéndoles exámenes, corrigiendo los exámenes, calificando, introduciendo las notas en el sistema de gestión que tengamos, firmando las actas, etc, etc. Tras esto, llegan unos días de ¿paz y tranquilidad? o por lo menos de un cierto relax en el estrés docente. Comienzan las reuniones del profesorado mientras la jefatura de estudios distribuye las horas entre cada departamento: “El departamento de lengua tiene que cubrir “x” horas, el de matemáticas tantas, el de … “

Se reúne el departamento y se comienza a distribuir el horario: “ Yo me encargo de la lengua en 1A y en 1B. ¿Tú quieres el 2B? …” Así hasta completar las horas de horario lectivo de cada uno de los miembros del departamento. Hecho el reparto, se le hace la propuesta a la jefatura y a esperar que cuadren los horarios.

Para aprovechar el tiempo, el equipo decide ir adelantando eso de las “programaciones didácticas”, el documento que recoge lo que hay que “dar” durante el curso en todos los primeros, en los segundos,… Pues nada, manos a la obra. Se tira de la normativa y comenzamos la labor. Se ven los apartados y se van viendo cómo se completan: “Los objetivos de la materia vienen marcados por la normativa” (en el caso de algunas comunidades, en otras no ) así que, copio y pego. Los contenidos, los criterios, los estándares,… todo eso copiado y pegado.

Pero llegamos al punto que yo deseaba desarrollar: los criterios de calificación.

Si el departamento es unipersonal o pluripersonal, pero con la gente muy bien avenida, no va a haber problemas, se exponen las ideas de cómo calificar, y ¿estamos todos de acuerdo? Respuesta: “Sí”. Pues nada, se transcribe y se acabó. Es decisión del departamento y habría que acatarla. Si en esos criterios se ha puesto que “el 80 % del valor de la nota final para la evaluación es la media de los exámenes, el 15 % es el cuaderno y el 5 % restante es la actitud y la asistencia,… pues para evitar problemas, habrá que hacerlo así. (Después veremos si podemos hacer algún truco). Lo mismo digo si el departamento al completo aprueba que los instrumentos de evaluación son eso, instrumentos que sirven para evaluar la consecución y adquisición de lo que nos hayamos propuesto hacer, y sus referentes tanto para evaluar como para calificar van a ser los criterios y/o estándares.

También podemos encontrarnos con un departamento/claustro dividido, en el que algunos miembros piensan y proponen que la nota final vaya en relación a los criterios de evaluación y no a los instrumentos que usamos. Es en este caso donde debemos fomentar el diálogo y ver la conveniencia PARA EL ALUMNADO de hacer una cosa u otra.

Algunas personas dirán que eso es lo que se ha hecho siempre: un examen por tema, y la nota final sería la media de los realizados. Además más de uno tirará de la normativa o dirá (si la desconoce) que dónde está eso de calificar de forma distinta.

Pues bien, vamos a la normativa. En España hay diversas normativas, ya que unas comunidades autónomas tienen transferidas las competencias en educación y formulan sus propias leyes, otras no y se acogen a la del ministerio, etc. Pero por lo que he podido comprobar, salvo algunas normativas especiales, casi todas las comunidades desarrollan las mismas ideas (aquello del copio y pego parece que también se dan entre las comunidades).

Tomo como referencia en este caso la “Orden ECD/1361/2015, de 3 de julio, por la que se establece el currículo de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato para el ámbito de gestión del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y se regula su implantación, así como la evaluación continua y determinados aspectos organizativos de las etapas”.

En el artículo “23. Carácter y referentes de la evaluación educativa.” en su apartado 1 nos dice: “...
teniendo en cuenta los criterios de evaluación y los estándares de aprendizaje evaluables de cada una de ellas, así como las acciones los acuerdos de los departamentos establecidos en las programaciones didácticas.” Este artículo ya concreta dos cosas, una que hay que tener en cuenta los criterios y otra que hay decisiones a considerar realizadas en los departamentos.

Pero sigamos. En este mismo artículo, en su punto 4 nos remarca que “Los referentes para la comprobación del grado de adquisición de las competencias y el logro de los objetivos de la etapa en las evaluaciones continua y final de las materias de los bloques de asignaturas troncales, específicas y de libre configuración, serán los criterios de evaluación y estándares de aprendizaje evaluables de las mismas.”

Yo creo que más claro no se puede decir, pero en fin.

Y claro, en este momento salta el compañero o compañera diciendo que “son distintos los criterios de evaluación a los de calificación”. Efectivamente, son completamente distintos. Unos sirven para evaluar y con ello ayudar al alumnado a conseguir las metas o los objetivos que nos hemos propuesto, los otros sirven para colocar un número en un expediente que sin duda puede servir para la estadística, pero ¿realmente le da información al alumnado para que pueda avanzar y desarrollar su potencialidad y sus capacidades? (Personalmente, yo lo dudo).

La calificación, cosa que hay que hacer por normativa, debería estar basada también en los criterios, al igual que la evaluación, de los que son los referentes. Sería traspasar la nota conseguida en los criterios trabajados, no la del instrumento utilizado.

A raíz de esto, y si estamos pensando en exámenes, trabajos o cualquier otro instrumento, reproduzco lo que el artículo 37.2 de la orden citada dice: “2. La corrección de pruebas no se podrá limitar a la expresión de una calificación cualitativa o cuantitativa, sino que debe contener la indicación de las faltas o errores cometidos o la explicación razonada de la calificación.”

Por lo tanto, eso de poner una nota sin más en un trabajo, un examen, una prueba… si no lleva una “explicación razonada” no debería valer.

No quisiera extenderme más en esta entrada, así que os paso el truco de aquellos docentes que tienen al departamento “examinador”: En ningún sitio pone que serán tres o cuatro o un número concreto de exámenes a realizar, así que,… yo puedo hacer un examen por cada criterio y poner esa nota al criterio. Hago la media de los exámenes/criterios y tengo la nota final. Cumplo con lo expuesto en el departamento, pero cumplo, que es más importante, con mi conciencia que me pide evaluar (y en este caso, calificar) por criterios y no por instrumentos.

P.D. Me queda pendiente lo de "criterios versus estándares", pero queda para la próxima.

2 comentarios:

  1. Gracias por estas entradas referidas a la evaluación, muy esclarecedoras. En ese momento nos encontramos; nos surgen varias dudas, estaría dentro de la normativa establecer unos escenarios de aprendizajes( exámenes, trabajos, cuadernos, actitud, proyectos...) relacionados con los criterios de evaluación. La calificación la obtendríamos de la ponderación de esos escenarios de aprendizajes. La evaluación se llevaría a cabo a través de la relación de criterios de evaluación (calificados en los escenarios) trabajados en los escenarios. perfil de área y de competencias. Disculpe nuestro atrevimiento, pero estamos en el centro muy confuso. Gracias de antemano.

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  2. Sí, es lo que suelo hacer cuando tengo (he tenido) compañeros examinadores: casi todo es examen (luego no reímos con los alumnos, porque tenemos exámenes hasta con comodín del público) y con eso se hace la media. Y la actitud, como todo el mundo pone ahí lo que le parece, también la sometemos a examen: quien está dispuesto a ayudar o formula las mejores preguntas para/durante el examen, ¡aprueba la actitud!

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