viernes, 19 de abril de 2019

Hemos acabado con la segunda evaluación. ...¿o no?

Me váis a permitir que haga una entrada intermedia entre las dos que tenía previstas cuyo tema principal era la evaluación inicial. Ya publiqué la que estaba destinada a las etapas de infantil y primaria, y dentro de poco hablaremos de las etapas de secundaria y bachillerato. Pero como digo, quiero hacer este breve inciso entre ellas..

La semana en la que estamos, semana no lectiva, (o días, dependiendo de la zona territorial donde trabajemos), ha marcado tradicionalmente el "final de la segunda evaluación", es decir, el momento en el cual obligatoriamente sacábamos la calculadora para hacer las medias de esos exámenes que hemos realizado desde enero hasta ahora, o desde hace un par de semanas, hasta el momento de realizar la "junta de evaluación" y que nos ha quitado tantas horas de sueño y de descanso. Yo por lo menos llevo escuchando desde principios de este mes la frase de ... "tengo un cerro de exámenes que corregir, me va a pillar el toro, y después veremos cómo pongo la nota".

También, en estos días hemos podido leer en varios tuits frases relativas a la evaluación o a la excepcionalidad del profesorado.

Salvador Rodríguez, en su blog "El blog de Salvaroj" nos dice:

    "Un profesor excepcional es aquella persona que utiliza todo su conocimiento, sus habilidades, su humanidad, su entusiasmo y su tiempo para hacer más fácil, más eficaz y más significativo el aprendizaje para sus alumnos y alumnas".

Una cita a la que me he permitido resaltar en negrita algunas palabras.

También he podido leer a bastantes compañeros que citan a Carles Monereo, y una entrada que se titula : "Dime cómo evalúas y te diré cómo aprenden tus alumnos". Aclaro que es una entrada de agosto de 2014, pero que sigue estando actualizada:

    "Creo que el problema es que la evaluación siempre se ha considerado al margen del aprendizaje, no como parte de él.
    ¿Evaluar también es una forma de enseñar, entonces?
    Claro, es un proceso conjunto. Si no sabes qué vas a evaluar ni cómo lo vas a hacer, ¿cómo decides qué es lo que vas a enseñar y cómo vas a hacerlo? Desde el punto de vista de la educación por competencias, por ejemplo, la diferencia entre una actividad que sirve para evaluar y una que sirve para enseñar tiene pocas diferencias; únicamente los recursos y ayudas que les des a los alumnos para solventar la situación que les plantees.
    ¿Una misma actividad puede servir entonces para enseñar y evaluar a la vez?
    Sí, un mismo ejercicio puede servir para ambas cosas. Lo que se propone cada vez más es que las actividades de evaluación también sirvan para el  aprendizaje."

Podría seguir comentando otras citas. pero prefiero centrarme para esta reflexión en algunas frases de Miguel Santos Guerra que he leído en su entrada de "La lógica de los evaluados".


    "Los alumnos y las alumnas llevan las calificaciones a las familias. Lo que les preguntan los padres a sus hijos e hijas no es, probablemente, si lo que han aprendido les ha hecho mejores personas o si han ayudado a los demás a aprender o si han respetado a quienes les han enseñado o si han agradecido sus esfuerzos a quienes les han ayudado en el empeño. Les preguntan por los resultados. Exclusivamente. Porque eso es lo que de verdad importa. 
    Ahora bien, para alcanzar el éxito, hay que satisfacer las demandas de los evaluadores. Hay que responder a lo que se pregunta y hay que hacerlo de la forma pertinente para que la respuesta encaje en las expectativas de quien ha de decir si está bien o está mal. Po eso la evaluación encierra mucho poder.
    .../...
    ¿Cuándo educa la evaluación? Cuando respeta, ayuda, motiva, hace pensar, facilita el aprendizaje, mejora la enseñanza y despierta el deseo de saber".
Hasta ahí, algunas de las frases, comentarios y aportaciones que he podido leer durante estos días.

Ahora pregunto yo: ¿Hay algo que produzca más locura en nuestro alumnado que la variedad infinita de la concepción de evaluación?

No sé si por suerte o por desgracia, cada docente piensa que la evaluación es algo muy personal. Es algo tan personal que, casi seguro que no coincide con la visión que tiene el compañero o compañera que, es posible que incluso esté impartiendo la misma asignatura en un nivel paralelo al que la doy yo. y que, incluso usando los mismos instrumentos de evaluación, lleguemos a obtener calificaciones distintas.

Ahí es donde estriba gran parte de la dificultad. Muchos docentes pensamos en que evaluación y calificación son sinónimos, y que cuando acabamos un periodo de tiempo lo que tenemos que hacer es calificar y así nos quitamos la obligatoriedad que nos imponen las leyes sobre las sesiones de evaluación.

Sí, ya sé que esto es lo que se desprende de la norma que tenemos actualmente, y que, sobre todo en secundaria y bachillerato nos obligan a calificar.  Digamos que en primaria podemos ser un poco más laxos en esto de la calificación, ya que, como he dicho en algunas entradas, la normativa andaluza NO nos obliga a calificar hasta la evaluación ordinaria que se hace en junio. El resto de "evaluaciones" podemos realizarlas con una buena información a las familias, eso sí, por escrito.

Ya en otras entradas he descrito la diferencia entre evaluar y calificar, pero todavía hay compañeros y compañeras que "no quieren hacer la diferenciación", y lo digo así, con todas sus palabras. Por supuesto es mucho más complicado y "lleva más tiempo" hacer una evaluación en la que se informa de los logros y dificultades del alumnado, logros y dificultades en las que no entra la frase " es que como me ha fallado en el examen en siete preguntas por eso lo he suspendido".

Docente que dices eso, te pregunto directamente, ¿Sabes concretamente en qué tiene dificultades y la causa de no haber superado ese examen?

Si me contestas afirmativamente, te volvería a preguntar: ¿te importa ponerlo por escrito en lugar de poner un numerito? Sí, porque eso sería la evaluación.

Si no sabes en qué cosas concretas (y con cosas concretas me puedo referir al elemento curricular más importante de nuestra normativa: los criterios), perdóname, pero tú no estás haciendo una evaluación, estás cumpliendo con la normativa de poner un numerito que normalmente sueles obtener de los instrumentos que usas, no de los criterios como he mencionado antes.

Y claro, seguimos volviendo locos y locas a ese alumnado que cada día está pensando en "a tal profe le gusta que ponga las cosas al pie de la letra", "con tal profe puedo poner las respuestas con mis propias palabras", "tal profe me va a hacer un examen en el que cada parte vale una cosa distinta y está en referencia a una cosa que me dijo al principio que se llama criterio", "esta profe no pone exámenes, solo me pone nota con los trabajos"...

Creo que podríamos seguir así y poner muchas más formas de ¿evaluar?

Algunos me diréis que la normativa tampoco es clara, que por una parte pone que los referentes de la evaluación son los criterios y que por otra pone que cada departamento podrá ajustar sus propios criterios de calificación de su materia (sobre todo en el caso de secundaria). Efectivamente, eso es así. No hay una relación en la normativa que exponga que los criterios de calificación deben estar en consonancia con los criterios de evaluación. Y, alguien me dirá, "es que eso es de lógica". Pues no, no es de lógica, Y a la siguiente imagen me remito. (Imagen sacada de la programación didáctica de un IES de Andalucía, elegido al azar, y de cuyo nombre no quiero acordarme).


Sin más comentarios a esto.

Dentro de unos días volveremos a nuestras aulas. Volveremos a nuestra rutina de "enseñanza-aprendizaje", a nuestras "formas de estar, hacer, o ¿aburrir/entretener?"

¿Podríamos dar una vuelta en nuestra cabeza, para este tercer trimestre, a cómo vamos a evaluar?

Si yo sé que lo que estoy haciendo es una calificación, y soy consecuente con esa idea, me parece perfecto. Se sabe lo que se quiere, y se actúa en consecuencia.

Pero, ¿es eso lo que mejor de adecua al alumnado que tenemos? ¿Nos atreveríamos a realizar una evaluación que parta del discente y nos afecte a los docentes?

En ese caso, ¿qué preferiríamos? ¿Una calificación o una evaluación? ¿Preferiríamos que nos dijeran "tienes un 8", o "me encanta cuando planteas los retos y tenemos que superar las pruebas que nos pones" ?

Tenemos por delante un tercer trimestre, y quizás más tiempo si de verdad queremos plantearnos algo y comenzar a tope el próximo curso.

















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