Quisiera comenzar con esta entrada una serie de reflexiones sobre el tema de la evaluación inicial y de lo que significa. Hoy me centraré en la etapa de Infantil y Primaria, y en una próxima entrada trataremos Secundaria y Bachillerato, ya que hay aspectos que son diferentes.
Como siempre, comienzo por reseñar la normativa vigente (que recuerdo que es la de Andalucía), para hacer las propuestas con las que concluiré estas palabras.
EDUCACIÓN INFANTIL
Orden de 29 de diciembre de 2008, por la que se establece la ordenación de la evaluación en la Educación Infantil en la Comunidad Autónoma de Andalucía.
La información relativa a la evaluación inicial se desarrolla en los apartados 1, 2 y 3 del artículo 3, en el que se regula la evaluación inicial, en los siguientes términos:
Artículo 3. Evaluación inicial.
”1. Al incorporarse por vez primera un niño o niña a un centro de educación infantil el tutor o tutora, realizará una evaluación inicial en la que se recogerán los datos relevantes sobre su proceso de desarrollo de las capacidades contempladas en los objetivos de la etapa. Esta evaluación inicial incluirá la información proporcionada por el padre o madre y, en su caso, los informes médicos, psicológicos, pedagógicos y socia- les que revistan interés para la vida escolar. ”.
”2. Esta evaluación inicial se completará con la observación directa, que se realizará mediante técnicas o instrumentos que permitan recoger y consignar dicha información y que deberán decidirse por los profesionales del ciclo, así como reflejarse en el proyecto educativo.”.
”3. Asimismo, los centros que imparten el segundo ciclo, solicitarán a los centros de procedencia los datos oportunos del alumnado escolarizado en el primer ciclo. En todo caso, cualquier centro que escolarice a alumnado que haya asistido previamente a otro anterior, solicitará la información corres- pondiente al centro de procedencia.”.
EDUCACIÓN PRIMARIA
Orden de 4 de noviembre de 2015, por la que se se establece la ordenación de la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de Educación Primaria en la Comunidad Autónoma de Andalucía.
El desarrollo de las sesiones de evaluación en la etapa de Educación Primaria se regula en el artículo 10 apartados 1al 5, en los siguientes términos:
Artículo 10. Evaluación inicial.
“1. Con objeto de garantizar una adecuada transición del alumnado entre las etapas de educación Infantil y de Educación Primaria, así como de facilitar la continuidad de su proceso educativo, los centros de Educación Primaria establecerán mecanismos de coordinación con los centros docentes de procedencia del alumnado que se incorpora a la etapa. Con esta finalidad, durante el último trimestre del curso escolar, quienes ejerzan la jefatura de estudios de los centros docentes afectados mantendrán, en su caso, reuniones de coordinación. ”.
”2. Durante el primer mes del curso escolar, se llevará a cabo una sesión de evaluación inicial que tendrá carácter orientador y servirá como referente para la toma de decisiones relativas al desarrollo del currículo por parte del equipo docente y su adecuación a las características y estilos de aprendizaje del alumnado.”.
“3. En esta sesión de evaluación, el equipo docente podrá analizar los informes personales del alumnado de la etapa o curso anterior así como la información recabada sobre el mismo desde el inicio del curso escolar. ”
“4. Como conclusión del análisis realizado, el equipo docente adoptará las medidas educativas de apoyo, ampliación, refuerzo o recuperación para el alumnado que las precise o bien de adaptación curricular para el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo, de acuerdo con lo establecido en el marco del plan de atención a la diversidad del centro docente y de acuerdo con los recursos de los que disponga.”.
“5. Los resultados de la evaluación inicial no figurarán como calificación en los documentos oficiales de evaluación. ”.
Hasta aquí la normativa de referencia.
Bien, pasemos al asunto. ¿De dónde viene la necesidad tan perentoria de hacer una evaluación inicial cada mes de septiembre?
La respuesta está clara: La ausencia de un buen informe de cada uno de nuestros alumnos y alumnas donde se recoja cuáles son los logros que ha realizado, y en qué nivel está. La mayor parte de las veces, el informe consiste en una reproducción de las notas del curso anterior, una breve reseña de si ha tenido alguna adaptación de algún tipo y otras observaciones que es probable que el tutor haya puesto si lo considera apropiado.
Si me permitís, voy a generalizar. Si alguna persona no entra en este grupo de docentes al que voy a describir, lo felicito efusivamente.
Cuando llega septiembre, y siguiendo la normativa, dedicamos todo un mes a realizar la evaluación inicial. El proceso que se desarrolla normalmente es: dedicamos una semanita o diez días a repasar, (sobre todo, contenidos del curso anterior), y acabamos el repaso con un examen donde reproducimos aquello que consideramos niveles mínimos que tienen que estar superados, Esos niveles, normalmente (y vuelvo a repetir) son contenidos mínimos. Un ejemplo "tonto": Repasamos la suma, examinamos la suma con unas cuantas cuentas y si acaso algún problema, y calificamos los aciertos y errores. De esto obtenemos la visión de si está superado este mínimo o no lo está.
Ahora bien, yo pregunto, ¿Esto responde al criterio de evaluación que tenemos y que nos marca que:
MAT.CE.1.5. Realizar, en situaciones cotidianas, cálculos numéricos básicos con las operaciones de suma y resta aplicando sus propiedades, utilizando procedimientos mentales y algorítmicos diversos, la calculadora y estrategias personales.?
Lo mismo que me pregunto sobre la necesidad de aplicar pruebas de evaluación inicial. Desde mi punto de vista no es necesario.
Si durante todo un curso hemos estado trabajando y evaluando por criterios de evaluación o por indicadores, y cada alumno tiene un registro de todo lo que ha conseguido durante ese curso, no haría falta.
Siempre he defendido un informe de evaluación en el cual no estuviera exclusivamente las notas por cada área, sino que estuviesen marcados también los logros del alumnado y el nivel en que están.
Con este informe en la mano, tengo los primeros días para analizar a cada uno de los alumnos y alumnas que recibo por primera vez y plantear mis actuaciones con ellos. Si además, soy yo mismo quien sigue trabajando con ellos y ellas, no me haría falta ni estudiar los informes, ya que sabría perfectamente los logros y dificultades con los que he acabado el curso anterior.
En otras entradas he planteado y defendido la opción de listas de cotejo para la evaluación del alumnado, pero en este caso me da igual que se piensen y usen rúbricas. Pero ojo, cualquiera de esas dos cosas, basadas en los criterios de evaluación, y no en los instrumentos. Eso es una cosa que nunca me cansaré de repetir.
¿Cuándo veo yo necesaria una evaluación inicial?
Probablemente, cuando el alumnado comienza en Primaria, (si es que los informes de la etapa de infantil no nos convencen) o cuando recibimos alumnado nuevo, por ejemplo de otros países o a lo largo del curso escolar.
Pero, ¿eso significa que tendría que hacerles pruebas específicas a ese alumnado?
No. Eso, lo que significa, es que los primeros días en los que desarrolle mi trabajo voy a ir analizando los resultados, y mediante la observación de lo que van haciendo voy a ir tomando notas (que no calificaciones) y evaluando, desde ese preciso momento, de acuerdo a los criterios que voy a trabajar a lo largo del curso.
Si yo me planteo una rúbrica o una lista ese cotejo para cada alumno o alumna en la que pueda ir marcando los logros y ese cuaderno de anotaciones me va sirviendo para ver la progresión, no me hace falta nada más que comenzar desde principios de curso con el trabajo mediante las metodologías que me haya planteado llevar. Preferiblemente, activas.
Un cuaderno del profesorado, donde yo haya rubricado (o realizado lista de cotejo) el criterio para todo el ciclo, me va a servir para los dos cursos. Lo que vaya marcando durante el primer nivel del ciclo y esté reseñado cuando llegue junio, será mi punto de partida para el comienzo del segundo nivel de ese ciclo.
Por ejemplo, el criterio 1.7 de matemáticas lo tengo desarrollado (en este caso mediante lista de cotejo) para todo el ciclo.
Esto lo tengo en un cuaderno individual del alumno, y dicho cuaderno me va a servir para los dos años, con lo que no es necesario sacarlo cada curso.
Las marcas que vaya haciendo serán lo logros de ese alumnado. Y no solo me sirve para la evaluación inicial, me sirve para todas las evaluaciones (y si quiero, también para calificar). El ejemplo es sobre criterios y lista de cotejo, pero puede ser completamente exportable al uso de indicadores y rúbricas.
Vale, ¿y qué pasa si mi centro, o yo personalmente quiero hacerlo y no tengo informes del curso anterior?
En este caso, habría que marcarse una linea temporal para conseguirlo. Pero no es una línea larga, ya que en dos cursos se podría conseguir.
Año 0: Parto de que no tengo los informes de mi grupo en los que se recojan los indicadores y/o criterios. En este caso, y para cumplir la normativa, analizo (y no hace falta que sea mediante exámenes, sino que hay muchas formas de realizar esa evaluación inicial) y parto de ese análisis para comenzar el trabajo. A lo largo del curso voy completando el informe de cada alumno o alumna y cuando llegue el final de curso ya lo tengo listo, tanto para el curso que viene como para hacer la evaluación final. Y si da la casualidad de que estoy en un curso "par", y tengo que elaborar un informe de los logros competenciales, no me hace falta echar mano de las orientaciones que difundió la Junta, sino que tenga más detallado todavía el nivel competencial
Año 1: Comienzo ya mi trabajo, desde el primer momento partiendo de los informes del curso anterior. Desde el momento cero estoy ya desarrollando el proyecto de trabajo que quiero.
Supongo que este planteamiento os habrá creado dudas. Como siempre digo, estoy a vuestra disposición para cualquier diálogo.