Creo que cualquier
persona que viva actualmente en España, ha "sufrido", de
una manera o de otra alguna reforma educativa (o más de una), y me
refiero como estudiante o como docente.
Pensemos que desde
1980 nuestra historia de leyes, aunque algunas no hayan entrado en
vigor, ha sido la siguiente: La LGE (Ley General de
Educación), LOECE (Ley Orgánica Reguladora del
Estatuto de Centros Escolares), LODE (Ley Orgánica
del Derecho a la Educación), LOGSE (Ley Orgánica
de Ordenación General del Sistema Educativo, LOCE (Ley
Orgánica de Calidad de la Educación), LOE (Ley
Orgánica de Educación), LOMCE (Ley Orgánica para
la Mejora de la Calidad Educativa). Si sé contar, han sido siete, de
las cuales dos llevan el nombre de "calidad".
En estos tiempos
también estamos pendientes de una nueva ley/reforma educativa. Tras
las últimas elecciones que se han celebrado, esperábamos un gran
pacto educativo de los partidos políticos que aportaran frescura,
nuevos rumbos, financiación correcta a lo que se legisla, etc. con
la esperanza de que si se ponían de acuerdo esos partidos, los
docentes íbamos a estar tranquilos ante nuevos cambios cada vez que
se cambiara de partido gobernante. Sabemos que una nueva ley
implica un cambio, por ello, quiero aprovechar para aportar ciertas
ideas que pueden hacer pensar (aunque sea para decir que son
imposibles).
Mi visión global
está basada en tres pilares, para mí fundamentales: El currículo,
la evaluación y la metodología.
Esta entrada sobre
dicha visión global quiero dedicarla al primer pilar: El currículo.
El currículo es
el conjunto de todas aquellas cosas que una serie de personas piensan
que hay que dar, trabajar, evaluar, calificar, … durante una etapa
educativa. Además, se estructura en distintos apartados: criterios,
objetivos, contenidos, indicadores, estándares,… con la necesaria
calificación de los aspectos.
Hasta este
momento, lo importante de los currículos (y sé que algunos no
estarán de acuerdo conmigo) han sido los contenidos. Sé que los
contenidos son importantes, pero no es lo más importante, además,
la estructura de contenidos se ha realizado siempre en forma de ondas
concéntricas, abarcando en cada avance lo anterior mas lo nuevo que
se pretende que sepan. Eso hacía que cada nivel o que cada curso era
un engrosamiento de contenidos, y que lo que se “veía” en
tercero, se volvía a “ver” en cuarto, pero más aumentado. Y así
durante toda la etapa. La evaluación quedaba tan debilitada que se
convertía en una mera calificación y clasificación del alumnado
mediante un número que partía de controles escritos (o exámenes)
que eran un batiburrillo de todo y que “ofrecía” una nota final
que no era nada real.
Creo que ha
llegado el momento de hacer una primera propuesta: un currículo que
no esté basado en contenidos exclusivamente.
Pero,...¡eso ya
lo tenemos! – me diréis.
Efectivamente. La
última reforma le da la importancia a los criterios de evaluación,
y los contenidos pasan a ser un componente más de los mismos. (Ahora
hace falta que los docentes nos quitemos la pesada carga de la
importancia y exclusividad de los contenidos arrastrada con reformas
y currículos anteriores).
Y, ¿entonces?
Lo que pasa es que
este currículo “basado en criterios” es tan “encajonado” y
tan cerrado en etapas, ciclos, etc., que vuelve a caer en los mismos
fallos que si estuviese basado en contenidos. Es más, si miramos
detenidamente los criterios para el primer ciclo de primaria, vemos
que son distintos a los del segundo ciclo, y que establecer una
relación criterial de continuidad a veces se hace difícil.
El actual
currículo, por lo menos aquí en Andalucía, está establecido en
algunos aspectos por normativa. La Consejería de Educación ya ha
relacionado los criterios de evaluación con los objetivos, con los
contenidos y con los indicadores. (Los estándares los ha dejado un
poco ...”apartados”). Y ha establecido la relación para el ciclo
completo, con lo que los centros tienen ahora un trabajo extra:
secuenciar y ponderar, es decir, ver qué criterios se van a aplicar
en el primer nivel del ciclo, en el segundo o en los dos.
No quiero
alargarme más en algo que por ahora no tiene solución. Veremos en
próximas reformas.
Sí propongo, en
esta primera fase, un currículo lineal, no basado en contenidos,
sino en la consecución de competencias para desarrollar “los
talentos” que cada alumno o alumna tienen, pueden obtener o pueden
desarrollar.
Y aquí tenemos
otro problema: ¿currículo abierto?, ¿currículo cerrado?
Es necesario que
aclaremos un poco esto, pero si me lo permitís lo hago en la
siguiente entrada, Esta es ya demasiado larga y se va a convertir en
un verdadero rollo inabordable.
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