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jueves, 5 de octubre de 2017

Evaluar por competencias sin morir en el intento. (Parte2)

Hola de nuevo.

En esta entrada voy a intentar acabar con el primer apartado que estamos desarrollando, “La evaluación competencial pura mediante indicadores”.

Ayer estuvimos hablando de las rúbricas de los indicadores y de cómo conseguir una calificación mediante ellos. Recordamos que establecíamos la rúbrica en tres apartados y a cada uno se le asignaba el valor 1, 2 o 3. Recordado esto, comenzamos con las novedades.

Establecer los grados competenciales mediante una rúbrica puede ser un trabajo de ingeniería mental que al principio puede costar trabajo, pero que una vez hecho nos facilita muchas cosas.

Y ahora viene la gran pregunta: ¿Cómo hago las rúbricas? ¿Me las invento por mi cuenta? ¿Puedo echar mano de algo?

Y ahora viene la respuesta: Además de mi propio pensamiento hay elementos curriculares que me pueden ayudar: Las observaciones y ejemplificaciones, los propios contenidos e incluso los estándares de aprendizaje (aunque cuidado con los estándares, por propia definición se refieren al final de etapa, por lo que no siempre "caen" bien en cursos inferiores).

Siguiendo las orientaciones sobre adquisición de grados competenciales que nos facilita la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, un indicador que se vaya a desarrollar y evaluar en los dos niveles del ciclo va a tener cuatro grados de desarrollo.

Y me diréis: “Espera, espera. Si estás hablando en todo momento de tres grados, ¿cómo es que ahora dices cuatro?

Pues sí, no es un error que haya cometido. Me explico. Como he mencionado antes, estoy siguiendo escrupulosamente las orientaciones de la Consejería. En esas orientaciones se propone un esquema de estructura en grados que os comento.

Un ciclo se compone de dos niveles, y para cada nivel hay que establecer una rúbrica en tres niveles. Hasta ahí todo correcto. Y, ¿dónde está el truco? Pues está en la clasificación de los grados. Si yo establezco cuatro, el primero va a ir asociado al grado inicial del primer nivel, el segundo se establece para el grado medio del primer nivel, pero a la vez, al inicial del segundo nivel, el avanzado del primer nivel del ciclo es igual al medio del segundo nivel, y por último el avanzado del segundo nivel que es grado único. Creo que el ejemplo que voy a poner es más claro que toda esta explicación.



Para establecer los grados podemos tirar de frases hechas al estilo de “con ayuda”, “con algunos errores”,… también podemos utilizar porcentajes de logro o numeración concreta, como por ejemplo: “Reconoce al menos la idea principal y dos secundarias de un texto dado”.

Sigamos adelante. Ya hemos rubricado todos y cada uno de los indicadores. El siguiente paso sería hacer la unidad didáctica integrada donde se recogen todos los elementos curriculares, pero eso será tema de una entrada más adelante, al igual que la metodología y ejemplificaciones de cómo realizar tareas y productos finales asociados a los indicadores. (Lo siento por algunas personas que ya me están demandando ese aspecto, pero quiero abarcar todo el tema de la evaluación antes de abrir otros frentes)

Me olvido parcialmente de la udi y me centro en cómo voy a evaluar y calificar. Yo distingo entre evaluación y calificación porque me parece que evaluar es saber cómo está nuestro alumnado para poder darle en cada momento lo que necesita, sin embargo, calificar (en mi humilde opinión) es sólo el establecimiento de una nota numérica que a lo que ayuda es a “clasificar” y apoyar estadísticas.

A partir de los grados establecidos, puedo prepararme un cuaderno del profesor donde por una parte tenga las rúbricas de los indicadores, y en la página de al lado tenga la lista de clase con el nombre y los indicadores que voy a tratar en esa udi. A la hora de evaluar sólo necesito poner para cada una de las personas un 1, 2 ó 3 dependiendo del grado de consecución en el que esté. Ese número me lo facilita el instrumento de evaluación que haya utilizado: una exposición oral, una charla en clase, el registro anecdótico, una prueba escrita,… Incluso puedo obtener varias notas de un mismo indicador si se ha evaluado el mismo con distintos procedimientos.





Ya mencioné cómo pasar de base 3 a base 10 en la anterior entrada. Si le hemos asignado el mismo valor ponderado a cada uno de los indicadores, la cuenta es fácil: sumo la nota de los indicadores y divido el resultado por el número de ellos. Así tengo la nota a poner como resultado final de una udi, de un trimestre, o del periodo que más me convenga.

Pero yendo un poco más allá, y desde la perspectiva de la comunicación a los padres y madres del alumnado, puedo generar un informe donde aparezcan los grados competenciales en los que se encuentra su hijo o hija y cuál es el nivel al que se tiende.



Con ello, estoy evaluando y a la vez calificando en un mismo momento.

¿Tenéis algún amigo, amiga, compañero, compañera, pareja,… que sea un pirado de la informática? Si es así, le podéis hacer una invitación a cenar y que os eche una mano para elaborar una hoja de cálculo donde vosotros y vosotras sólo tengáis que introducir esos tres numeritos y el resto que lo haga la máquina. Si no es el caso, ya veremos lo que se puede hacer.

Alguno me dirá que todo esto es teoría, y que no se puede llevar a la práctica, pero la realidad es que este sistema ha sido probado en un centro real, con un alumnado real y no ha sido ni muchísimo menos un gran problema.

Ah, se me olvidaba, puedo compartir un ejemplo de rúbrica para el área de matemáticas del tercer ciclo por si es de vuestro interés. Igualmente, del área de música.







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