Hola de nuevo.
En esta entrada voy
a intentar acabar con el primer apartado que estamos desarrollando,
“La evaluación competencial pura mediante indicadores”.
Ayer estuvimos
hablando de las rúbricas de los indicadores y de cómo conseguir una
calificación mediante ellos. Recordamos que establecíamos la
rúbrica en tres apartados y a cada uno se le asignaba el valor 1, 2
o 3. Recordado esto, comenzamos con las novedades.
Establecer los
grados competenciales mediante una rúbrica puede ser un trabajo de
ingeniería mental que al principio puede costar trabajo, pero que
una vez hecho nos facilita muchas cosas.
Y ahora viene la
gran pregunta: ¿Cómo hago las rúbricas? ¿Me las invento por mi
cuenta? ¿Puedo echar mano de algo?
Y ahora viene la
respuesta: Además de mi propio pensamiento hay elementos
curriculares que me pueden ayudar: Las observaciones y
ejemplificaciones, los propios contenidos e incluso los estándares
de aprendizaje (aunque cuidado con los estándares, por propia definición se refieren al final de etapa, por lo que no siempre "caen" bien en cursos inferiores).
Siguiendo las
orientaciones sobre adquisición de grados competenciales que nos
facilita la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, un
indicador que se vaya a desarrollar y evaluar en los dos niveles del
ciclo va a tener cuatro grados de desarrollo.
Y me diréis:
“Espera, espera. Si estás hablando en todo momento de tres grados,
¿cómo es que ahora dices cuatro?
Pues sí, no es un
error que haya cometido. Me explico. Como he mencionado antes, estoy
siguiendo escrupulosamente las orientaciones de la Consejería. En
esas orientaciones se propone un esquema de estructura en grados que
os comento.
Un ciclo se compone
de dos niveles, y para cada nivel hay que establecer una rúbrica en
tres niveles. Hasta ahí todo correcto. Y, ¿dónde está el truco?
Pues está en la clasificación de los grados. Si yo establezco
cuatro, el primero va a ir asociado al grado inicial del primer
nivel, el segundo se establece para el grado medio del primer nivel,
pero a la vez, al inicial del segundo nivel, el avanzado del primer
nivel del ciclo es igual al medio del segundo nivel, y por último el
avanzado del segundo nivel que es grado único. Creo que el ejemplo
que voy a poner es más claro que toda esta explicación.
Para establecer los
grados podemos tirar de frases hechas al estilo de “con ayuda”,
“con algunos errores”,… también podemos utilizar porcentajes
de logro o numeración concreta, como por ejemplo: “Reconoce al
menos la idea principal y dos secundarias de un texto dado”.
Sigamos adelante. Ya
hemos rubricado todos y cada uno de los indicadores. El siguiente
paso sería hacer la unidad didáctica integrada donde se recogen
todos los elementos curriculares, pero eso será tema de una entrada
más adelante, al igual que la metodología y ejemplificaciones de
cómo realizar tareas y productos finales asociados a los
indicadores. (Lo siento por algunas personas que ya me están
demandando ese aspecto, pero quiero abarcar todo el tema de la
evaluación antes de abrir otros frentes)
Me olvido
parcialmente de la udi y me centro en cómo voy a evaluar y
calificar. Yo distingo entre evaluación y calificación porque me
parece que evaluar es saber cómo está nuestro alumnado para poder
darle en cada momento lo que necesita, sin embargo, calificar (en mi
humilde opinión) es sólo el establecimiento de una nota numérica
que a lo que ayuda es a “clasificar” y apoyar estadísticas.
A partir de los
grados establecidos, puedo prepararme un cuaderno del profesor donde
por una parte tenga las rúbricas de los indicadores, y en la página
de al lado tenga la lista de clase con el nombre y los indicadores
que voy a tratar en esa udi. A la hora de evaluar sólo necesito
poner para cada una de las personas un 1, 2 ó 3 dependiendo del
grado de consecución en el que esté. Ese número me lo facilita el
instrumento de evaluación que haya utilizado: una exposición oral,
una charla en clase, el registro anecdótico, una prueba escrita,…
Incluso puedo obtener varias notas de un mismo indicador si se ha
evaluado el mismo con distintos procedimientos.
Ya mencioné cómo
pasar de base 3 a base 10 en la anterior entrada. Si le hemos
asignado el mismo valor ponderado a cada uno de los indicadores, la
cuenta es fácil: sumo la nota de los indicadores y divido el
resultado por el número de ellos. Así tengo la nota a poner como
resultado final de una udi, de un trimestre, o del periodo que más
me convenga.
Pero yendo un poco
más allá, y desde la perspectiva de la comunicación a los padres y
madres del alumnado, puedo generar un informe donde aparezcan los
grados competenciales en los que se encuentra su hijo o hija y cuál
es el nivel al que se tiende.
Con ello, estoy
evaluando y a la vez calificando en un mismo momento.
¿Tenéis algún
amigo, amiga, compañero, compañera, pareja,… que sea un pirado de
la informática? Si es así, le podéis hacer una invitación a cenar
y que os eche una mano para elaborar una hoja de cálculo donde
vosotros y vosotras sólo tengáis que introducir esos tres numeritos
y el resto que lo haga la máquina. Si no es el caso, ya veremos lo
que se puede hacer.
Alguno me dirá que
todo esto es teoría, y que no se puede llevar a la práctica, pero
la realidad es que este sistema ha sido probado en un centro real,
con un alumnado real y no ha sido ni muchísimo menos un gran
problema.
Ah, se me olvidaba,
puedo compartir un ejemplo de rúbrica para el área de matemáticas
del tercer ciclo por si es de vuestro interés. Igualmente, del área
de música.
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